Se aplica a todo tipo de persona, creyente y no creyente (new age, ateos, etc). Una comparación entre el maduro y el inmaduro a nivel espiritual. – Artículo no religioso –
- La persona madura tiene para dar: de sí misma, de sus recursos, de su vida, de su tiempo, etcétera (Mt 7.12; 2 Co 6.111)
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El inmaduro, siempre necesita que se le esté dando (He 5.12).
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El maduro busca la profundidad, las razones, las bases (Hch l7.11).
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El inmaduro siempre está tomando leche [los rudimentos básicos] (He 5.1115; 6.1; 1 Co 3.23).
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El maduro sabe por práctica discernir el bien y el mal (1 Co 2.15; He 5.14).
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El inmaduro, nunca está seguro, siempre está preguntando: «¿Debo hacer esto?».
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El maduro sigue la verdad en amor ( Ef 4.15, Gá 6.1).
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El inmaduro es llevado por las olas de doctrinas y enseñanzas diversas. Siempre está confundido.
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El maduro tiene una perspectiva de la vida más allá de sus propios intereses personales (1 Co l0,24; Fil 2.1921). Ya que la naturaleza humana es fundamentalmente egocéntrica, se le ha llamado a la madurez: «Una extensión de mi yo al nosotros»
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El inmaduro es un ser auto-centrado, siempre pensando en sí mismo.
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El maduro busca dar amor y servicio (1 Co l6,14).
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El inmaduro siempre está esperando recibir amor, comprensión, servicio y compasión.
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El maduro sabe lo que Dios quiere de él tiene una vida con objetivos claros (Jn 7.4).
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El inmaduro tiene una permanente falta de dirección.
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El maduro crece en un conocimiento progresivo de sí mismo; sabe sus fallas, sus errores y sus áreas fuertes. Está dispuesto a aceptar sus errores, a reconocerlos y superarlos en el poder del Señor (Pr21.29).
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El inmaduro siempre está girando alrededor de un círculo vicioso de pecaminosidad y hábitos que no abandonan. La frase: «Otra vez Señor», nos es común a muchos, pasa el tiempo y no se es capaz de vencer las fallas y debilidades.
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El maduro tiene convicciones personales sólidas, con base en lo que conoce y aplica de la Palabra (Stgo 2.12). Su teoría y su práctica están unidas.
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El inmaduro no tiene convicciones personales muy importantes, es cambiante, «hoy está y mañana no». Varía constantemente según «el estado de sus emociones» pues no tiene una plataforma sólida.
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El maduro es responsable y competente (Mt 5.37).
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El inmaduro es irresponsable. Es inconstante permanentemente (Stg 1.8).
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El maduro es guiado hacia propósitos a largo plazo y no por deseos inmediatos.Una definición popular de madurez es «la capacidad para postergar el placer».
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El inmaduro busca satisfacer sus deseos, sin importarle a quien arruine a su paso.
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El maduro conoce sus dones y su responsabilidad dentro del cuerpo de Cristo y la asume (Ef 4.16).
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El inmaduro no entiende, mayormente, ni le interesa el concepto de funcionar como cuerpo.
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El maduro por sus convicciones influye en otros.
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El inmaduro no influye en nadie, y si tiene alguna influencia, esta es negativa.
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El maduro tiene la vida y el poder de «formar a otros» (2 Ti 2.2).
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El inmaduro no puede formar ni discipular a otros, porque su vida no es ejemplo.